Una fuerte agrupación
de vendedores protestó pacíficamente exigiendo protección a su
integridad física y condenando la violencia policial que sufren cada vez que trabajan.
Por tal motivo están tramitando una licencia que les permita vender con mayor protección
para sus vidas.
El derecho
al trabajo es el derecho fundamental humano por el que toda persona tiene
el derecho al trabajo, a la libre
elección del mismo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo, a
la protección contra el desempleo,
sin discriminación, con igualdad
salarial, remuneración digna, protección social y derecho de sindicación.
El derecho al trabajo se reconoce en las normas
fundamentales de derechos humanos como son la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales así
como en textos internacionales como la Carta social europea,
el Protocolo de San Salvador, la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y en
textos nacionales como son las Constituciones de numerosos países.
Fuente: Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Escrito por: Ronnie Huete S.
Corresponsal internacional
11 de febrero de 2020, Washington DC. La guerra racial en los Estados Unidos
de América (EUA), es una acción fascista indetenible en la era de Donald Trump.
Esta
vez las víctimas son un fuerte grupo de vendedores ambulantes, quienes
denuncian que los atropellos de la policía del Distrito de Columbia realizan en
contra de ellos, se van incrementado a cada año.
Según
los vendedores originarios de Latinoamérica, recientemente una menor de edad
hija de uno de los vendedores, fue atacada por parte de elementos policiales por
el hecho de estar junto a sus padres vendiendo en la calle.
La
zona es conocida como Columbia
Heights, situada en el noroeste de la capital estadounidense, y es donde
las historias de violencia racial contra los vendedores toman fuerza, como
parte del brazo cancerígeno que produce el capitalismo contra su mismo prójimo.
Según el relato de la joven, a quien por
razones de seguridad obviaremos su nombre, ella se encontraba junto con su
hermano de 8 años, cuando llegó la policía a desalojarlos de la calle en donde
se encontraban vendiendo.
En una acción normal de defensa, la menor de 15
años se lanzó a proteger a su hermano pequeño, hecho que provocó la furia del
elemento policial, quien respondió violentamente contra la joven.
Este hecho provocó el repudio de diversas organizaciones
de derechos civiles y humanos en DC, una de ellas es “Many Languages One Voice” MLOV (Muchos idiomas una voz), cuya organización
ha brindado apoyo a los vendedores.
Producto de este ataque, los
vendedores se organizaron en “Vendedores Unidos” y ahora luchan contra la violencia
racista policial y exigen a las autoridades concejales del Distrito de Columbia
que se les proporcione una licencia que les permita vender en las calles.
Soledad Miranda es una de
las voceras de la organización “vendedores unidos” y describe que desde hace más
de dos décadas vende en las calles de Washington DC, y siempre se había sentido
segura, pero ahora siente temor al ser agredida por elementos policiales después
del hecho ocurrido con la menor.
Soledad Miranda |
“Nosotros tenemos derecho a
vender en la calle, a sobrevivir, a trabajar, nadie es diferente, todos somos iguales
y vamos a luchar hasta que las autoridades de DC nos den una licencia para
poder vender con mayor seguridad” expreso Soledad, en una protesta que realizaron
ayer en las calles de la capital estadounidense.
Bajo una fuerte lluvia y las
bajas temperaturas que caracterizan el invierno de DC los vendedores junto a organizaciones
de derechos civiles realizaron una protesta pacífica hasta llegar a una posta
policial perteneciente al área en donde los “vendedores unidos” realizan su
trabajo comercial.
Jóvenes, niños, mujeres
latinoamericanas acompañaron a “vendedores unidos” en esta acción humanitaria
para hacer conciencia social y humana a una sociedad anglosajona totalmente
consumida por la enajenación y el consumismo capitalista.
Medios de comunicación locales
también hicieron acompañamiento de la actividad de “vendedores unidos”, puesto
que este tipo de acciones generalmente existe represión contra quienes protestan,
sin embargo, debido a la cobertura periodística de la prensa se evitó cualquier
intransigencia contra la integridad humana.
Una vez llegaron a la oficina
de la Policía se realizó un plantón pacifico, y una acción artística, puesto
que cada miembro de “vendedores unidos” portaba consigo un corazón de cartón con
mensajes alegóricos a la paz y el amor, que debe prevalecer entre el prójimo.
Megan Macaraeg es una de las
organizadoras de MLOV y es de la opinión que el sistema capitalista
actual, obliga a las personas a trabajar en las calles porque no existe un salario
justo y esto hace insostenible la vida en la capital de los Estados Unidos.
“Las personas no pueden
pagar los altos precios de la renta de la vivienda en los EUA y de alguna forma
tienen que sobrevivir a este sistema injusto, la policía está criminalizando a “vendedores
unidos” a tal punto que una niña fue atacada solo por el hecho de vender fruta
en la calle, y eso no es un crimen”. Megan Macaraeg.
El plantón pacífico y artístico
que se realizó en la oficina de la Policía duró un aproximado de dos horas, se
nombró una delegación de “vendedores unidos” para conversar con los policías y
hacerles saber que están haciendo el trámite correspondiente para obtener una
licencia, que les permita vender en la calle, sin embargo, la policía no
respondió a la petición de “vendedores unidos”.
Los protestantes se marcharon
del lugar, aduciendo que seguirán luchando pacíficamente por su derecho a trabajar
en las calles y hacer conciencia en la sociedad estadounidense, que no es un crimen
lo que ellos hacen, ya que es una hazaña el sobrevivir trabajando en las calles
de Washington DC, bajo la sombra racista de una población gobernada y sometida
por Donald Trump.
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