El fin del muro que separa ambos países en la zona más occidental de la frontera en la playa entre San Diego y Tijuana. Desde este punto es posible conversar con amigos y familiares al otro lado aunque no cruzar la valla.
De
seguir así, posiblemente, la cuarta generación latina seguirá obedeciendo el sistema
de esclavismo moderno irrespetuoso de la vida humana.
Escrito
por: Ronnie Huete S.
Periodista
y activista de DDHH.
California, 19 de mayo
de 2016. El costo de vivir fuera como exiliado económico,
político, o cualquier otro atropello que haya obligado al ser humano, a salir
de su tierra, se paga con la muerte.
A
una hora de recorrido desde Orage County,
en California se puede llegar hasta la ciudad fronteriza de Tijuana.
Tijuana,
es un puente de inmigración, cuya tierra es visitada por algunos estadounidenses
amantes de la divagación y perversión hedonista.
Son
muchos los muertos que se reportan a diario, en las instituciones que intentan
salvaguardar la vida de los seres humanos que huyen de los países de Latinoamérica.
Latinos
que huyen de sus tierras, como resultado del efecto colateral de las políticas
inhumanas del consenso de Washington, y que mantienen bajo intervención extrema
algunas naciones latinoamericanas.
La
delincuencia, la asfixia por inmersión en las aguas del rio bravo,
Insolación,
o el asesinato que provocan los agentes estadounidenses migratorios, son
algunas de las circunstancias en que mueren estos ciudadanos del mundo.
Sin
embargo, las estadísticas de muerte se pueden percibir en distintos medios de comunicación,
ya sea bajo un enfoque sensacionalista o amarillista, pero alejados de la
humanidad.
No
obstante, la vida que les espera a los inmigrantes que logran pasar la frontera
con vida o con todos los órganos de su cuerpo completos, no es conocida en su totalidad.
Los
rostros en Washington D.C. hablan de la creciente migración que se observa en sus
principales avenidas, autobuses y lugares públicos en donde convergen
poblaciones que van desde Etiopia, Latinoamérica, china, entre otras naciones.
En
California, la inmigración es utilizada como un vehículo que viola los derechos
humanos de las personas que trabajan en este Estado.
Sin
ningún derecho laboral, percibiendo 10 dólares la hora, realizando labores
extenuantes, que convocan al esclavismo moderno de este siglo XXI, es la
tortura laboral que atraviesa la población a la que mal llaman “indocumentada”.
Población
que desarrolla el trabajo de la agricultura, construcción, entre otras áreas
que mantienen funcionando la máquina de producción capitalista, de este país norteamericano.
La
descendiente economía, que sitúa a Estados Unidos, como una potencia económica,
es sustentada en gran parte por la mano de obra barata que los inmigrantes
latinoamericanos, ofrecen en este país.
Aunque
esta contribución, no es tomada en cuenta por la burocracia gubernamental,
quien se encarga de oscurecer la vida digna de los inmigrantes en los Estados
Unidos, la tercera generación de latinos sigue esta herencia de tortura
laboral.
Las
políticas del sociópata estadounidense de origen Irlandés, Donald Trump, ha
venido a develar la verdadera cara que ha mantenido oculta la sociedad blanca
estadounidense para con los latinoamericanos.
La
eterna funcionaria del departamento de Estado de Estados Unidos, Hillary
Clinton, devela su hipocresía y se muestra interesada en las grandes
poblaciones de inmigrantes, pero su demagogia es comprobada en sus acciones
intervencionistas, que ha tenido participación en distintos países del mundo.
Este
panorama desalentador, debe ser una bandera de lucha pro respeto a los derechos
humanos de los ciudadanos del mundo que cohabitan en Estado Unidos.
La
organización levantada, bajo la bandera de la humanidad y el amor al prójimo,
puede ser la bandera de lucha persistente entre los inmigrantes, puesto que de
lo contrario, la cuarta generación seguirá obedeciendo el sistema de esclavismo
moderno irrespetuoso de la vida humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario