La pluriculturalidad
tiene su cita todos los domingos en un verde recinto que es musicalizado con
tambores africanos, y ciudadanos del mundo, que cohabitan en un solo espacio
dominical, situado al norte de la Casa Blanca en Washington D.C.
Escrito por: Ronnie Huete S.
Fotografía: Huete S.
Fotografía: Huete S.
Periodista y activista de DDHH
Cooperante internacional
Washington, 25 de agosto
de 2015. Una fuerte
corriente de África airea un parque frondoso, con fuentes, y personas que
buscan escapar del ajetreo de la semana, en los alrededores de la capital
estadounidense.
Conocido
por dos nombres, “Meridian Hill Park” y “Malcolm X”, para algunos es mejor su
último nombre, puesto que encierra el legado de este luchador social, en la construcción
de una nueva sociedad, con principios
equitativos sin distinciones raciales o humillaciones contra los seres humanos.
El
aura dominical de un domingo cualquiera, en los alrededores del Parque Malcolm
X, es guiado por los sonidos musicales de origen africano y que es interpretado
por oriundos de la zona o personas que han viajado desde los estados
pertenecientes al hermano continente de África.
Escape
Este
oasis de tranquilidad, adornado con los sonidos africanos, también es mezclado
con el ejercicio Afro-brasileño del Capoeira, quien es dirigido por un grupo de
jóvenes estadounidenses que viven en la zona norte de Washington.
A
su vez, al ritmo de estos distintos ritmos, se practican costumbres ancestrales
de los afro-estadounidenses, así como también alternativas de ejercicios
entrelazados con la popular nueva era, popularizada en los años sesenta en los
Estados Unidos. En fin las alternativas de escape temporal, de la predominante
semana de las obligaciones que se afincan, según el nuevo orden mundial, son
variadas y pluriculturales.
Este
parque fue diseñado y construido entre 1912 y 1940 directamente al norte de la
Casa Blanca, y es parte del epicentro cultural que ha forjado algunas de las
tradiciones de los ciudadanos en el Distrito Central de Washington.
Ciclo
Es
muy típico observar, a ciudadanos originarios de todas partes del mundo,
caminar por un mismo sendero que conlleva a contemplar esta obra arquitectónica
de principios del siglo XX y que hoy en la segunda década del siglo XXI, ha
logrado unificar a las culturas, como si fueran encaminadas en la construcción de
una unitaria religión mundial.
Muchas
son las personas que entran y salen a este parque, pero todos comparten el
mismo sentimiento de buscar un espacio de relajación o paz espiritual según su
creencia y que gradualmente se está transformando en la dirección de un solo
ciclo.
El
etíope, el castellano, el portugués, e
inglés son sólo alguna de las lenguas que se agrupan junto al sonido de los tambores
africanos en el parque Malcolm X, pero que todas son interpretadas con la
simple sonrisa, bailes y demás acciones que sus ciudadanos desarrollan todos
los domingos entre sí.
Supremacía
El
césped y la sombra de los arboles, junto con el sonido y la frescura de su
fuente, provocan de este lugar un buen oasis en el pleno verano que acalora la
vida de los seres humanos que habitan en esta tierra, y que siempre buscan a
través de diferentes ejercicios, cohabitar y tener una perspectiva saludable de
los acontecimientos que agrietan la convulsión social internacional.
Convulsión
que inevitablemente ya está bajo la supremacía del nuevo orden mundial, y que
muchos repudian desde sus adentros, pero que otros veneran abiertamente, como
un nuevo Dios que aparentemente supera cualquier creencia monoteísta, pero que
en esencia busca unificar una fe.
Sea
cual sea su camino, su destrucción es inevitable, para algunos críticos, que
observan como la humanidad desde los inicios de este siglo XXI, busca
intensivamente, la paz y su recreación espiritual, a través de las artes y las
expresiones culturales de otros naciones, para mezclarlas con las suyas, tal y
cual sucede en el parque Malcolm X.
Este artículo es una serie de relatos de mi estadía en Washington DC en
donde como periodista, activista de derechos humanos y cooperante
internacional, escribiré de lo que no se observa en el mundo exterior, como
resultado de la guerra mediática, que
enfría y construye un nuevo humano mecanizado según las directrices del nuevo
orden mundial.
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