Algunas personas
como Andrés, tienen la oportunidad de recibir algún fondo gubernamental, pero
la suerte de estos seres humanos indigentes en los Estados Unidos, la escribe la
rudeza en que viven en las calles estadounidenses, en los caminos del cuarto
mundo.
Escrito y fotografía
por: Ronnie Huete
Periodista
y activista de DDHH
California, 18 de junio
de 2016. El cuarto mundo crece en la primera potencia
del mundo.
California
es un Estado del pacifico estadounidense, cuyo clima es envidiable para los
ciudadanos de este país del norte de América.
Dentro
de este clima espectacular, también conviven los indigentes del país más rico
del mundo, los Estados Unidos.
Estos
habitantes que viven en los alrededores de la calle de edificios estatales en
el centro de la ciudad de Santa Ana, en California, viven a la intemperie bajo
la mirada de los habitantes que allí transitan y son conocidos en los países desarrollados
como habitantes del cuarto mundo.
Andrés
es un joven con el que recientemente converse, junto con la productora de la
radio www.lakonsetida973.com Blanca
Ávila.
En
un recorrido que efectuó está radio, se encontró con Andrés, un joven de 30
años, quien asegura haber nacido en la calle.
Jalando
una carretilla de supermercado en donde carga algunas sabanas que ha recogido
en sus recorridos por las calles, Andrés nos relata cómo es la vida en la calle
en los Estados Unidos.
El
Centro de Santa Ana, en California es una ciudad en donde converge la cultura
estadounidense y latinoamericana, Andrés proviene de la cultura latina.
Con
su cabeza rapada, con algunos moretones y sus brazos marcados por una llaga que
el mismo se propicio, Andrés describe que no le importa nada, solo estar en la
calle.
En
la entrevista que realice con Andrés, su mirada nunca me miro fijamente, pero
su llanto interno se hacía sentir como un grito de alcance del más alto dolor
del ser humano, provocado por la soledad
y el desprecio.
Este
habitante, aseguró que es un ciudadano estadounidense, que desde los 15 años comenzó
a consumir drogas y alcohol.
Pare
sentir la euforia de la droga, consume metanfetamina, la que consigue con el
poco dinero que logra recaudar de las limosnas que le dan algunas peatones o transeúntes
en la ciudad de Santa Ana, California.
Una
cruz hecha con el fuego de un cigarrillo, es la marca del brazo derecho de
Andrés, quien mencionó que se hizo esta marca con el objetivo de recordar su
creencia religiosa, el cristianismo.
Muy
poco converso de sus padres, pero sí manifestó que ellos son creyentes de un
Dios.
Un
Dios en que Andrés mantiene su esperanza de que en algún momento, cambie su
forma de vida, la indigencia.
“el
frio es escalofriante, en mi mente solo recorre el pensamiento; que pasara el
frio pasara el frio, pasara el frio”…. Repite Andrés al preguntarle como hace
para soportar las bajas temperaturas que provoca un desierto sobre el cual está
construido la ciudad de Santa Ana.
Al
consumir la anfetamina u otro tipo de droga, el joven indigente manifestó que
le encanta el placer de la euforia que esta provoca, puesto que lo hace sentir
feliz, por un breve instante, que puede terminar con su vida, ya que el uso de
estos estimulantes, es mortal.
Andrés
dice respetar la vida de los demás, siempre y cuando no interfieran en su tipo
de vida, ya que para él, nada más importa que estar bien y deseó que los demás tengan
muchas bendiciones de este poder superior, en el cual él deposita su fe.
Por
10 o 20 dólares, Andrés consigue obtener la droga del cristal o la anfetamina,
la que intenta consumir a diario para aliviar su dolor espiritual.
“Yo
estoy bien, no tengo planes, ni amigos” relato Andrés mientras encendía un
cigarrillo con un tono de vos que figuraba la violencia de la que ha sido
víctima.
Andrés
nunca ha recibido la atención de algún especialista, religioso, o consejero, y
solo desea que la gente sea feliz.
Cifras
oficiales revelan que en California, recientemente el 20% de la población de
Los Ángeles, algo más de dos millones de personas, se beneficiaba de algún tipo
de subsidio y que en 2008 perdió 541.000 puestos de trabajo, confirmando una
tasa de paro del 10%, dos puntos superior a la media nacional.
Y es que
la burbuja inflacionaria que dejo la crisis de 2008, aún se siente en las
condiciones económicas de vida en los Estados Unidos, en donde la línea de la
pobreza y la riqueza han logrado disminuir
la clase media.
Y es que
los testimonios de algunos habitantes, mencionan que su salario de 10 dólares
la hora, solo alcanza para pagar el alquiler de la casa que habitan y sufragar
algunas necesidades básicas.
“El sueño
americano” es una tangible pesadilla que emerge en las calles de sus
principales ciudades, y los habitantes del cuarto mundo, cuya indigencia son el
rostro de la secuela de la crisis inflacionaria de 2008.
Algunas personas
como Andrés, tienen la oportunidad de recibir algún fondo gubernamental, pero
la suerte de estos seres humanos indigentes en los Estados Unidos, la escribe la
rudeza en que viven en las calles estadounidenses, en los caminos del cuarto
mundo.
Las personas que no tienen donde vivir en la ciudad de Santa Ana,
aguardan a que alguna institución u organización les proporcioné
alimento el día a día.
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