Los cimientos del Monumento a Abraham Lincoln, en D.C. icono de la abolición del esclavismo. Sin embargo ahora se vive en un esclavismo moderno. |
Es
julio de 2015, aunque el duro invierno aún no llega a Washington D.C. la
frialdad humana es una latente tempestad, que pone en práctica cierta población
de esa ciudad, contra los no blancos o inmigrantes que allí viven.
Escrito y fotografía por: Ronnie Huete S.
Periodista y Activista de DDHH
Cooperante Internacional
Washington D.C. 3 de
feb. de 2016. La vida
de un no blanco en los Estados Unidos, marca el no cumplimiento de sus
derechos.
Según
la carta universal de los derechos humanos, el derecho a la salud, a la educación,
a una vivienda, trabajo, y demás derechos universales que instituyen la calidad
de vida de un ser humano, deben ser cumplidos en cualquier parte del mundo.
Es
el verano de 2015, mi estadía en Washington D.C. comprueba que estos derechos,
se cumplen para los blancos, pero aquellos pertenecientes a una clase media.
El
racismo institucional son las políticas migratorias que se diseñan desde la
capital estadounidense, ya que limitan a que un ser humano no blanco y no
nacido en los Estados Unidos, sea visto como una herramienta de trabajo,
olvidando todos sus derechos.
A
veces, olvidando que es un ser humano, los trabajos pesados que realizan los inmigrantes
en esta ciudad, se comparan a un esclavismo vivido en siglos pasados, sin
embargo con otras connotaciones que lo caracterizan como un esclavismo moderno.
La
construcción, y los trabajos que comúnmente el típico blanco estadounidense no realizaría,
son los empleos que esperan al gran éxodo de centroamericanos, y de otros países
de América Latina y del mundo.
Sin
embargo la discriminación por tener la piel más oscura o no hablar el inglés,
es un acontecimiento que pone en tela de juicio a cierta población de los
Estados Unidos, cuyo origen en su mayoría, también es de inmigrantes.
Sin
embargo, el tema migratorio, es una tertulia desconocida en la sociedad
estadounidense, puesto que una fuerte parte de su población, es víctima de la alienación
mediática que producen las grandes corporaciones de medios de comunicación.
Medios
de comunicación que cumplen con desorientar la realidad de los receptores, enfocándolos
en temas relacionados al puro amarillismo o sensacionalismo de los acontecimientos.
El
tema de los derechos humanos, para los nacidos en Estados Unidos o los no
blancos, es desconocido por las grandes mayorías, cuya visión se encierra en el
consumismo y en la manía de satisfacción personal a costa de lo que fuese.
Esta
cosmovisión de mundo en los ciudadanos que habitan en D.C. es el común denominador,
muy visible en las acciones que hacen.
El
consumo de drogas fuertes y el uso excesivo de alcohol, es una fuente de
refugio que predomina en los más desposeídos, que comúnmente son inmigrantes no
blancos, y cierta población blanca estadounidense que también se les han negado
sus derechos a vivir con una buena calidad de vida.
El
“sueño americano” realmente es una pesadilla de la que a muy pocos les gusta
hablar, pero que muchos viven al momento de su estadía en los Estados Unidos.
Pesadilla
que comienza en ocasiones, a partir de las
5 de la mañana, el sol aún no sale, pero las personas comienzan a inundar las
principales avenidas de Washington D.C.
Unas
en la búsqueda de trabajo, otras siguiendo su agenda laboral y otras intentando
sobrevivir en una de las ciudades más caras del mundo.
Pero
aún es verano, la tempestad que emblanquece las calles de D.C aún no llega, no
obstante sus ciudadanos, no se rinden ante los obstáculos que vive un no blanco
en esta ciudad.
Es
la avenida Georgia, situada al norte de la ciudad de Washington, el ruido que
caracteriza a una urbe, se mezcla entre el sonido de las ambulancias y autos de
policías, pendientes de los consumidores de drogas en ese barrio.
El
día sigue su ajetreo, dominado bajo una estela de competitividad capitalista,
entre los seres humanos que habitan la capital estadounidense, la deshumanización
que produce la revolución tecnológica, neutraliza más el sentimiento de
solidaridad.
Tal
vez, este sea el día para un amigo etíope que recién llega a los Estados
Unidos, puesto que su meta es encontrar un trabajo que sirva como el puente de
vida para su familia en Etiopia.
Con
el calor abrumador que hace en Washington D.C. camino hacía una organización de
inmigrantes. En el camino me impresiona ver la cantidad de indigentes que viven
en las calles y que dependen de la buena dadiva de algún prójimo.
Indigentes
que han sido víctimas del sistema egoísta que se marca con más ahínco en esta
ciudad, como un brazo maldito del nuevo orden mundial, que aflora más sus
secretos en los últimos meses.
Washington,
no solo es turismo, es un misterio que la envuelve en el triangulo que está
situada. Ojala, en algún momento, los derechos humanos para los inmigrantes no
blancos, y los blancos nacidos en los Estados Unidos, sea de interés para
quienes deciden los designios de esa nación y de quienes la habitan.
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