La historia de los 12 años de dictadura silenció a punta de
fusil los gritos de emancipación para algunos que recorrían esa avenida utópica,
como el joven de 24 años Pedro Magdiel Muñoz quien caminó hacia la frontera con
Nicaragua en julio de 2009, condenando el golpe de Estado y cuyo cuerpo fue regresado
con 70 apuñaladas después de haber sido torturado, por esa jauría de gorilas
vestidos de militar.
Escrito por: Ronnie Huete-Salgado
Periodista internacional
Washington DC, 4 de diciembre de 2021. Se inició la reversión del golpe de Estado
en Honduras, mediante los votos de la población electoral, que repercutieron en
el triunfo de la ex primera dama, Xiomara Castro de Zelaya (2006-2009), en las elecciones
generales del pasado 28 de noviembre.
La
esposa del ex presidente José Manuel Zelaya, abanderó varias protestas en 2009
cuando su esposo fue echado de su país a través de un golpe de Estado militar, político,
religioso y empresarial, apoyado por el entonces gobierno de los Estados Unidos
de América, quien tenía como vicepresidente al actual presidente demócrata Joe
Biden.
Para
ese entonces, la ahora presidente electa, se mantuvo clandestina cuando su
esposo estaba en el exilio, mientras las hordas asesinas de las fuerzas armadas
de Honduras reprimían al pueblo de esa nación, cuando protestaban contra la
asonada castrense de 2009.
La
violencia en las calles de Tegucigalpa fue extrema, personas ensangrentadas corrían
en medio del gas lacrimógeno huyendo de los disparos con arma de fuego, de
parte de la policía nacional y los militares.
Ambos
aparatos de seguridad del Estado corrían con garrote en mano para torturar a los
hondureños, que condenaban el primer golpe de Estado perpetrado en el siglo XXI
en Latinoamérica.
Desde
entonces, esta fue la agenda fascista diaria que dictaminó el auto proclamado
presidente de facto Roberto Micheletti y el general Romeo Vásquez Velásquez y demás
gobiernos de facto que los sustituyeron en el periodo 2009-2021.
Esta
estructura de facto fue apoyada por las familias de la elite hondureña, representados
en ese entonces en el Consejo hondureño de la Empresa Privada (COHEP) y la
Asociación Nacional de Industriales (ANDI), quienes ahora celebran junto a la
familia Castro Zelaya, el triunfo presidencial.
Este
fue el inicio de la historia de una fuerte resistencia pacífica que resultó en
el asesinato, persecución, encarcelamiento, exilio, violaciones de derechos humanos
entre una serie de vejámenes contra la población que desde 2009 hasta el
presente, se mantuvo resistente contra el régimen.
Se
había liberado una jauría de “gorilas fascistas” bendecidos por el Cardenal
Oscar Andrés Rodríguez, todo un diseño dictatorial en las entrañas del corazón de
América y que fue silenciado por la prensa tradicional de Honduras, quienes
gritaron al unísono que había “una sucesión constitucional”.
Falsedad
que ha sido desmentida a lo largo de los años mediante la guerra mediática, que
muchos periodistas combatimos contra la hegemonía del pensamiento global, que
intenta adueñarse del imaginario social de los receptores.
La
cuarta prostituta de la información, conocida como prensa en Honduras a sido
derrotada por la fuerza popular del pueblo, quien se mantuvo en las calles luchando
por el rescate del Estado.
Sin
embargo, para que esta reversión del golpe de Estado avance, el gobierno electo
de Castro de Zelaya posee grandes desafíos para iniciar con una verdadera recuperación
del Estado.
Uno
de estos desafíos es reconocer y nunca olvidar, que el pueblo de Honduras, es
el verdadero poder emancipador que les apoyó y depositó su confianza para
recuperar el gobierno que el ex presidente José Manuel Zelaya perdió, cuando
fue depuesto por sus propios amigos militares.
Es
la obligación de la presidente electa Xiomara Castro de Zelaya, de extender su apoyo
permanente gubernamental hacia las comunidades garífunas, indígenas, campesinas
y ambientalistas, cuya lucha popular en la recuperación de sus territorios y
recursos naturales, los ha situado en la verdadera vanguardia contra el régimen
saliente.
La
imposición de las Zonas Especiales de Desarrollo y Empleo (ZEDE), iniciadas en
el gobierno de Ricardo Maduro Joest (2002-2006), y puestas en marcha en la
actual administración saliente, deben ser abolidas en su totalidad siendo este otro
de los grandes desafíos para la primer mujer presidente de Honduras.
De
igual forma, no debe de existir un discurso de reconciliación con los que perpetraron
el golpe de Estado y todos los vejámenes ocurridos en 12 años de dictadura, al contrario,
deben desarrollarse las investigaciones que revelen los culpables de los crímenes
de lesa humanidad ocurridos en este periodo de luto masivo, de la nación centroamericana.
A
su vez, la barbarie que ocurrió en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras
(UNAH), bajo la administración rectoral de Julieta Castellanos Ruiz, debe ser
investigada y sacada de la impunidad en que se encuentra por el actual Estado
fallido.
El
encarcelamiento, la tortura y la persecución judicial contra los estudiantes universitarios
fue un hecho histórico de violación de derechos humanos, jamás visto en Honduras
y que ahora en este nuevo gobierno, es el momento de que la justicia pueda
sanear la suciedad, cuyo fétido olor pudre a la máxima casa estudios (UNAH).
La
administración Castellanos Ruiz de la UNAH junto al narco-dictador Juan Orlando
Hernández, se encargaron de desaparecer todo pensamiento critico contra las barbaries
que ambos sectores estatales hicieron en detrimento del país.
Por
tal motivo es de suma importancia que el nuevo gobierno recupere el Estado jurídico
de Honduras y hacer valer las leyes contra los criminales involucrados en narcotráfico,
puesto que el llevarlos a Nueva York, también confirma la agonía de una Corte
Suprema de Justicia, que debe recuperar su verdadero valor para que el peso de
la ley, haga mella en estos detractores del Estado.
La
presidente electa Castro de Zelaya, posee una enorme responsabilidad que no se
mencionan totalmente en este recuento, pero que también debe dirigir su mirada
como presidente para el retorno seguro e inmediato para los exiliados políticos.
Esta
población exiliada y diseminada en varias partes del mundo, fueron obligados a huir
como producto de la persecución judicial y amenazas a muerte por oponerse en su
momento histórico contra la narco-dictadura.
Por
lo menos los asilados sobrevivieron, ya que la historia de los 12 años de
dictadura silenció a punta de fusil los gritos de libertad para algunos que recorrían
esa avenida utópica, como el joven de 24 años Pedro Magdiel Muñoz quien caminó
hacia la frontera con Nicaragua en julio de 2009 condenando el golpe de Estado
y cuyo cuerpo fue regresado con 70 apuñaladas después de haber sido torturado,
por esa jauría de gorilas vestidos de militar.
Ronnie Huete Salgado es
licenciado en periodismo con Maestría en Cooperación al Desarrollo y
elaboración de proyectos, estudió presencial en la Universidad Politécnica de
Valencia, España y en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras UNAH en
donde también realizó estudios de sociología, actualmente es corresponsal
internacional para medios alternativos y autónomos de comunicación. En el
presente vive como asilado político en los Estados Unidos de América desde hace
cuatro años.